Despreciar el deseo
acabado en redondo
no es placentero
sino tal cual pensar
el bello cielo
de un día peronista.
En la enfermedad
de la vida nos
dan y quitan
vida tiempo
y muchas cosas
que no tiene valor
hasta el día en
que las perdemos.
Rehusarse es fundamental
para comprender que
desde el vamos
estamos atados a un
eterno vaivén que
no tiene final.
domingo, 8 de agosto de 2010
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