lunes, 25 de febrero de 2008

Inventando un cuento de Hadas

Había una vez, un chico muy guapo al cual le gustaba demostrar el hecho de que, gracias a su belleza, gozaba de ciertos beneficios sociales, como por ejemplo, entrar gratis a fiestas de alta sociedad, funciones de teatro, música y todo tipo de actividades culturales. Pero lo que más le gustaba a este muchacho, era el de saber que podía conquistar a cualquier mujer que se cruzara por su camino, con la sola razón de mirarla directamente a los ojos, fijamente, fríamente, durante un instante…creando así un lapso atemporal entre ambos, que necesariamente llegaría hasta el interior de la afortunada en forma de cálido abrazo y húmedo beso.
Más un día, algo cambió. El Don Juan ya no tenía esa mirada, sus ojos estaban llenos de duda, de miedo, de inseguridad…él ya no gustaba a las bellas mujeres que lo rodeaban, sino que se convirtió en aquello que toda su vida odio; las mujeres ya no lo llamaban lindo, hermoso, cariño, amor…ahora usaban el adjetivo de “amigo”.
La primera dama que uso ese adjetivo, era una esplendida niña de cabellos rubios y ojos color tan profundo que hipnotizaba y convertía en piedra a cualquiera. Él miró, como siempre hizo para conquistar a sus victimas, pero nada ni el más remoto cambio hubo en ella…y ahí fue cuando, por primera vez en su vida, conoció el fracaso, ese dulce sabor amargo que te desvela noches enteras.
Muchacho afortunado ya no es más, ahora vive rodeado de dudas y preocupaciones y no entiende el porqué de ese cambio tan abrupto, pero hecha culpa a su historia…
Después de un tiempo, conoce a una criatura maravillosa de la cual se enamora y ella de él, aún sabiendo que no era hermosa como las anteriores mujeres a las que había conquistado…y esto le hizo sentir bien, mejor que antes, encontró por primera vez en su vida un sentimiento genuino por alguien.
Pero sabemos que nada es eterno en éste mundo, y después de algunos años ellos se separan, y toman caminos distintos. Ahora nuestro afortunado amigo pasará 1 año entero subsumido por una profunda depresión debido a una conjunción de problemas no menores, incluyendo entre éstos la separación de aquella angelical mujer.
“Todos necesitamos tocar fondo, para salir a flote”, un día le dicen a nuestro caballero, y es así como inició sus necesitadas sesiones de ayuda psicoanalítica para tratar de afrontar sus oscuridades y miedos más profundos.
Han pasado 4 meses desde que nuestro héroe iniciara su merecida ayuda psicoanalítica, y vemos en él, algunas mejorías respecto de su condición emocional.
La Dra. discute sobre temas diversos con el agraciado, y uno recurrente es el que toco hoy yo en el texto en cuestión, porque importante es no el hecho de la perdida de aquél brillo, sino las causas que originaron dicha perdida.

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