miércoles, 7 de mayo de 2008

Emboladísimamente monótono

Una
y otra
y otra y otra
y otra y otra y otra vez.
Así son los días de oficina.

Convenios, memos,
llamados de letrados,
las benditas fotocopias,
son parte del monótono
ritual que componen el
alienante trabajo.

No hay luz,
ni ventana,
ni aire,
solamente
el maldito teléfono
que no deja de sonar.

Y allá, al otro lado
están ellos…los diferentes,
los “sabios” de la última palabra.

Todos quieren ser ellos
para no sufrir más
los malditos tormentos del stress diario,
y sin embargo quieren que otros
lo sufran como ellos en el pasado.

Misericordia
a todos los oficinistas
que trabajan aquí o allá,
ya que todos sufren por igual
la ideotización del
"Bailando por un Sueldo".

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